Un minero en una mina
una hija poseía
era bella, era fina
mi querida Clementina
Era esbelta, pues en kilos
de noventa no pasaba
y su piececito chico
del nueve y medio calzaba
Las mañanas, muy temprano
con sus pavos se paseaba
por las orillas del río,
pero nunca se bañaba
Me miraba, me veía
y por verme, tropezó;
las burbujas sí salían
pero Clementina no
¡Auxilio, socorro!
¡vengan pronto a ayudarme!
que mi Clementina se hunde
y no la puedo sacar
La lloré, la extrañé
a mi dulce Clementina
pero conocí a su prima
y con ella me casé
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